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lunes, 13 de marzo de 2017

Narrar un sueño olvidado




Soñar...
Un sueño, una historia. ¿Fantasía? Puede ser... Estas en la mejor parte, y luego viene alguien y te toca la puerta. Cierro los ojos, debo saber que sigue. Las imágenes vuelven, una más borrosa que otra.
¿Pero qué mas da? Necesito soñar la historia otra vez.

Me estreso.

Estoy frustrada, el sueño no regresa.
Pasan tres noches, mil días, cuatro semanas, un año.
El sueño vuelve, termina. Y al abrir los ojos lloro, ha regresado las imágenes.

He regresado otra vez.

Me ha pasado ciento de veces. Los sueños son historias increíbles y quiero dormir para seguir admirándolas.
Quizás me llamen loca, por ser una adicta a ello; pero no puedo vivir sin verlo.
Debe ser escrito hasta ser exacto con el sueño. De otro modo me pierdo, me siento vacía, mi vida, mi inspiración se desvanece.
»Aquel sueño me ha destruido, pero tengo que verlo, antes de que me siga destruyendo.
Volveré—eso digo siempre para no perder el optimismo, para salir del bloqueo que ese sueño ha dejado en mi mente.

Más solo una cosa me hace salir de ese callejón sin salida. Debo escribir lo olvidado.

Pero...

¿Quién puede escribir algo que olvidó?
¿Lo recuerda, pero no sabe que es?
¿La mente humana tiene sentido?
¿Lo pierde?

Mientras intentaba terminar el sueño, vinieron otros, y con cada uno me sentía inerte.

¿Donde esta esa escritora?
¿A dónde se fue?

Empiezo a escribir el porqué me siento sin fuerzas, sin ganas. Nace algo nuevo, profundo, extraordinario.
El sueño olvidado se convierte en la inspiración de un escritor que se siente sólo por no recordar aquella fantasía cautivadora.
El vacío puede ser tu fuente. Te sientes sin inspiración porque no puedes recordar ese sueño. Te frustras, te consume hasta tal punto que solo quieres dormir para tener una pista de ello. Para un escritor un sueño se puede tomar muy enserio, es como una especie de idea. Esa idea tentadora que sabes lo maravillosa que se verá al leerla.

Mientras tanto...

Empecé a escribir el porque no recordaba, el sentimiento que sentí al soñarlo.
Y allí fui volviendo, si se puede escribir lo olvidado.
El corazón de un escritor nunca olvida una sensación, emoción, ni mucho menos los sentimientos...


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